Las hackers del futuro

Programar la comida del perro mientras se está de vacaciones, ordenar la compra del mes en el supermercado que ofrece los precios más competitivos o graduar la temperatura de la casa para todo el invierno, serán algunas de las actividades cotidianas de los inquilinos del futuro. La informática ha dotado de cerebro a los edificios. Las llamadas «viviendas inteligentes» cambiarán los hábitos de vida, propocionando ahorro de energía, mejorando la calidad de los servicios y la higiene ambiental. La «vivienda inteligente» es la «hija más moderna» de la arquitectura. Primero lo fueron las oficinas informatizadas, las cuales son capaces de organizar la gestión y los sistemas de información como la secretaria más eficaz. La ofimática consiguió llevar adelante el proyecto de la oficina perfecta: Creación de documentos, edición e impresión, archivo y servicios de información al público, entre otros. Todo ello llevado con perfecta precisión por estas secretarias del año 2.000. Actualmente, uno de los retos de la arquitectura consiste en adaptar los avances tecnológicos ya aplicados a oficinas, a las viviendas familiares. Hacer de ellas auténticas «máquinas para habitar», en las que los inquilinos ganen en confort y ahorren tiempo y dinero.



La informática ha llegado como una auténtica «hada madrina» para convertir los edificios convencionales en viviendas en : las que el ama de casa podrá programar la compra del mes sin más necesidad que apretar una tecla. Las tareas domésticas serán simplificadas. Ordenar desde el trabajo que la lavadora comience a hacer la colada o que la cocina caliente la comida antes de llegar a casa, se convertirán en actividades rutinarias. «Todo esto está a la vuelta de la esquina -señala el arquitecto Ricardo Urech-. Ha habido una revolución muy importante a través de la informática. Aunque todavía el coste es alto, en 4 ó 5 años la "vivienda inteligente" será amortizable». Según datos de un estudio del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid, en 1968 se contabilizaron en Estados Unidos un total de 550 edificios que disponían de sistemas de control de la gestión. En 1976 eran ya más de 2.000 los edificios que disponían de informatización. Sin embargo, es en Francia donde la «vivienda inteligente» es la protagonista a la hora de mostrar los avances en este campo. Por su parte, en Inglaterra pueden leerse anuncios de prensa en los que se ofrece por 97 libras al mes (19.000 pesetas, aproximadamente) todos los avances que la informática puede brindar a una casa. Desde sofisticados sistemas de alarma, control de la temperatura media de la vivienda o de la humedad, hasta hacer una reserva en un hotel o comprar unos billetes de avión.

Una de las consecuencias principales que puede tener la generalización de las «viviendas inteligentes» es su mayor adaptabilidad al medio ambiente. Así lo subraya el arquitecto César Bedoya «Una de las ventajas de este tipo de viviendas es el ahorro energético que comportan, ya que el usuario utiliza exactamente la cantidad de energía necesaria. Ni más ni menos. Esto puede repercutir en una menor contaminación ambiental, ya que las calderas consumirán sólo lo imprescindible para calentar la casa», dice. Si Ias «casas informatizadas» traerán nuevos usos, también los hábitos de vida se verán alterados. Así, por ejemplo, la posibilidad de realizar la labor profesional desde la propia casa, evitará el traslado en coche al puesto de trabajo. La menor utilización del automóvil también ayudará a una menor contaminación atmosférica. Está nueva modalidad laboral es conocida con el nombre de «teletrabajo», una fórmula de la que se benefician actualmente más de un millón de británicos. Sin embargo, la informatización de la vivienda supondrá también cambios en las costumbres sociales. La tendencia a una vida más sedentaria y a un mayor aislamiento psicológico, son algunos de los riesgos de- una creciente automatización. Los adelantos que ofrece el hogar futurista permiten reducir los accidentes caseros, ya que los electrodomésticos de los que gozará el ama de casa (como las placas de inducción, cuyas planchas no queman), evitarán peligros innecesarios. Asimismo, los niños, protagonistas de la mayoría de los accidentes que se producen en el hogar, pueden ser estrechamente vigilados por sistemas telefónicos que se activan con el llanto.

Una de las novedades que la informática ha hecho posible en los «edificios inteligentes» es el control: de los sistemas de alarma, de entradas y salidas de personas e incluso de detección de humos. La red de microprocesadores es capaz de detectar una - elevación de la temperatura y avisar de forma inmediata a los bomberos. Del mismo modo, el usuario de una «vivienda inteligente» podrá controlar el cierre automático de las puertas y ventanas de la casa. «Este sistema -comenta Ricardo Urech- permite que la red de microprocesadores de la vivienda esté conectada directamente a la policía como alarma antirobo y seguridad contra incendios». A pesar de que la normativa vigente obliga a instalar en edificios públicos una serie de medios de lucha contra el fuego -como los detectores de humo, de productos en combustión y de llamas los sistemas de detección inteligentes permiten obtener -una información más completa. Pero es en los sistemas antirobo donde los avances son más espectaculares, y ya están siendo implantados en Estados Unidos. Existen dispositivos que identifican la identidad de una persona que va a acceder a la vivienda a partir de sus señales de identidad. Las huellas dactilares, la retina o la voz son analizados en décimas de segundo por estos sistemas computarizados. Sin llegar a la histeria o a la obsesión, la «vivienda inteligente» puede ser, en un futuro próximo, el último eslabón que permita la convivencia armoniosa entre el hombre y la máquina.

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