Los salarios astronómícos de la NBA

Una semana de competición ha bastado para convertir el regreso de Larry Bird, la ausencia de Kareem Abdul Jabbar, el debut de David Robinson y la llegada de los extranjeros en algo secundario, dando paso a hechos que que encaran al baloncesto profesional hacia la década de los 90. Nadie podía pensar que los Pacers pudieran hallarse líderes imbatidos de la Central Division después de tres partidos. Pocos apostaban por los de Indiana tras el récord que consiguieron el año pasado, 28-54. Sin embargo, han batido a tres de los grandes: Atlanta Hawks, Cleveland Cavaliers y Detroit Pistons. Los dos primeros no conocen todavía la victoria.

Los Pacers son una formación compensada y llena de posibilidades, que, inexplicablemente, año tras año, quedaba muy por debajo de sus posibilidades reales. Tal vez sea, por fin, este año el de su explosión. Afirmar que pueden encabezar la durísima Central Division es demasiado. Sin embargo, tal vez estén llamados a animar la «regular season», tal y como ocurrió con los Cavaliers la pasada temporada. Los playoffs, como siempre, serán otra historia bien diferente, pues allí sólo los equipos curtidos demuestran su verdadera casta. Tampoco entraba en los pronósticos que Orlando Magic pudiera ganar dos de sus tres primeros partidos, uno a domicilio frente a los Cavs. No se han mostrado tan afortunados los Timberwolves, franquicia que también debutaba.

Los de Minnesota y Charlotte Hornets han perdido los tres primeros partidos. Mientras tanto, los cinco jugadores europeos no formados en universidades americanas han corrido distinta suerte. Sharunas Marchulenis, Drazen Petrovic y Vlade Divac son los que de más oportunidades están disponiendo. Alexander Volkov no cuenta con el ambiente ideal para iniciarse, ya que por Atlanta soplan malos vientos. Para Zarko Paspalj, su misión principal por ahora es dejar de fumar dos paquetes diarios de tabaco. Todos los grandes equipos han perdido ya algún partido. El poder deportivo parece que ha dejado de pertencer a un reducido coto de franquicias.

David J. Stern, comisionado de la NBA, se ha permitido incluso el lujo de romper las relaciones que mantenía la asociación desde hace nueve años con la CBS para aceptar la oferta de la NBC, que pagará seiscientos millones de dólares por cuatro años de derechos de retransmisión, a partir de 1991. La CBS, por el último contrato firmado, actualmente en vigor, pagó 176 millones de dólares.

Stern ha demostrado que cuando se sienta a una mesa de negociación no tiene amigos. Lo único que cuenta para él son los millones de dólares. La firma de este nuevo contrato hará que Stern pase a la historia del baloncesto profesional como el hombre que propició la revolución económica. Sin embargo, en la NBA están preocupados ahora por las constantes lesiones. El último en caer ha sido Alton Lister, pívot de Golden State, que sufre rotura del tendón de Aquiles en su pie derecho. Mucho se habla sobre este delicado tema, pero, hasta ahora, ni los progresos en el diseño del calzado, ni los avances en la preparación física ofrecen soluciones.

Tampoco están solucionando nada las ridículas multas de 3.000 dólares y la presencia de tres árbitros en pista en lo que se refiere a la violencia. «Si los jugadores no se mentalizan por sí mismos de que el baloncesto es un deporte fuerte pero limpio, vamos a terminar ofreciendo los espectáculos de boxeo a los que nos tienen acostumbrados los profesionales de hockey», declaró Pat Riley, entrenador de los Lakers, después de que Magic Johnson y Kevin Johnson fueran expulsado por una agresión del primero y una réplica del segundo. La expulsión de Magic significó mucho más que un simple incidente el comportamiento del base de los Lakers ha sido siempre intachable en todos los aspectos. Su primera expulsión de un campo ha dado mucho que hablar, aunque tampoco conviene dramatizarla: un mal momento lo tien cualquier profesional.

Tampoco han quedado en buen lugar las astronómicas subidas de salario que algunos directivos han concedido a jugadores que, por el momento, no han demostrado merecerlas. Casos como el de Terry Porter en Portland, o el de Jon Koncak en Atlanta, así lo atestiguan. El problema de la droga no acaba de erradicarse pese a los esfuerzos de David Stern. Se dijo que los análisis de Roy Tarpley habían dado como resultado que estaba «limpio». Sin embargo, el jugador no se ha presentado a ningún entrenamiento con los Mavericks, lo cual es sintomático. Prueba de que la droga sigue causando muchos problemas es que los jugadores y la NBA han acordado que los novatos pasarán tres controles antidroga durante la temporada, en lugar del único que se había establecido.

En resumen, la NBA no ha hecho más que comenzar, y con ella todo el fenómeno social que arrastra. No todo se reduce a las elevadas anotaciones de Michael Jordan y el triunfal regreso de Larry Bird. Lo que no cabe duda es que la temporada que acaba de comenzar significa la liga más abierta que jamás se vio en la NBA. Los favoritos lo son cada vez menos. Los alicientes, cada vez más. David J. Stern debe frotarse las manos pensando en que el negocioespectáculo del baloncesto profesional se incrementa año tras año a pasos agigantados.

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