La ciencia y la política no se llevan bien
«La política no es sólo hacer discursos bonitos», le espeta Sarkozy a Obama. La ciencia española tiene un discurso bonito de esperanzas.Lo hace, pulido y con dato abundante, el secretario de Estado de Investigación, en el Foro Innova. Pero...
Carlos Martínez le pone el optimismo de los porcentajes y los crecimientos que exige la política oficial anticrisis: un 20% más de patentes (el 200% en las que registra el CSIC), la creación de empresas tecnológicas aumenta un 400%, nuestra comunidad científica es la novena en el rango mundial... Y, claro, el elogio de Obama a la modernidad española en energías renovables.
Mas los altos muros del discurso oficial proyectan sombras largas: aún hay «escasez» de patentes, admite Martínez, y la investigación cuelga, sobre todo, de la cosa pública, apenas la hay privada.Las Universidades no hacen camino para que sea práctica su mucha investigación.
«La Universidad no patenta. No se convierte en actividad de empresa su producción científica», reprocha Fedit (asociación de centros tecnológicos), mientras los rectores de la Uned y la Carlos III le dicen que en la Universidad se investiga por gusto, que no se paga nada por hacerlo. Sí, lo admite el científico en traje de político: «no tenemos instrumentos para reconocer esa tarea a los profesores».
La política es ahora llevar al Parlamento una Ley de la Ciencia cuyo borrador han asesorado 25 expertos, pero no se ven en él las universidades presentes, ni los de la Fedit. Ni los estudiantes, claro, que toman apuntes de la bronca anti OTAN por si les vale para la boloñesa. («Los jóvenes no están optando por la investigación.No los estamos preparando en ciencia, investigación y tecnología», concede también Martínez).
La Ley de la Ciencia ha de armonizar ahora las leyes de 10 autonomías que se han adelantado, pese a que las competencias sólo se las prometió Zapatero a Ibarretxe. Martínez cita a Chejov: «No hay tablas de multiplicar nacionales, la Ciencia es internacional».
Política, en fin... Este lego le echa una pregunta trampa: ahora que se habla de «más Estado», ¿no cabría una agencia oficial para desarrollar y aplicar determinadas tecnologías estratégicas? (verbigracia: el cochecito eléctrico de Sebastián). La respuesta es perturbadora, por atinada: Ni hablar, «hay que luchar contra la burocracia». Bien, y entonces, ¿qué foto fija nos queda de la ciencia española?
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