Williams un velocista nato

Lo dijo él mismo, en un foro sobre cine, fútbol e inmigración: "Me siento vasco, pero tengo alma africana". Iñaki Williams, el fenómeno de la cantera de Lezama, que soñaba desde niño con vestir la camiseta del Athletic, tiene unos genes que le hacen especial. No es ya el color de su piel. "De algo me tiene que servir ser negro", comenta en el vestuario, entre risas, cuando sus compañeros, que le llaman Willy, le dicen que se está convirtiendo en el más mediático de la plantilla, como desvela Nika Cuenca en As.

Es algo que le viene de la tierra de sus ancestros. Recuerden: su padre Félix, y su madre, María, se conocieron en un campo de refugiados cerca de Accra, la capital de Ghana. Huían de la Guerra Civil de su país, Liberia. Tuvieron la oportunidad de llegar a España; primero a Barakaldo, donde nació Iñaki; después, tras un año en Bizkaia, la necesidad les llevó a Navarra para trabajar como temporeros y pastores. Luego, el padre se desplazó hasta Gran Bretaña, buscando trabajo en Londres, mientras la madre de Iñaki y de Nicholas, natural de Pamplona, trataba de mantener a la familia limpiando oficinas. Una vida dura.

Pero en pocas semanas, el grupo familiar se volverá a reunir. A Iñaki le falta un partido para que su cláusula de rescisión pase a ser de 20 millones de euros y su contrato se convierta en el de un jugador profesional. Dicen en el vestuario que es un chico humilde, con ganas de aprender, y tranquilo, muy lejos de la imagen de Balotelli que le dieron sólo por lucir una cresta similar, que ya no peina. Tiene novia en Bilbao, que estudia Enfermería, y unas cualidades que empiezan de dejar boquiabiertos a los técnicos.

Aparte de sus características técnicas, hacía tiempo que no pasaba por el Athletic un jugador tal velozque, como demostró en Balaídos, frente al Celta, es capaz de dejar atrás a todos los defensas en una carrera. Como en el minuto 2 de la segunda parte, cuando recibió un balón a la altura del centro del campo y se pegó una carrera de 32,84 metros, en diagonal, en la que tardó –con control del balón incluido–, 4,3 segundos, a una velocidad de casi 27 kilómetros por hora.

Lo más llamativo, sin embargo, es su zancada y la rapidez con la que mueve las piernas. En ese tiempo, desde que se giró tras lanzar una pared y llegó de nuevo a tocar la pelota, dio 18 zancadas, es decir, a razón de 4,1 por segundo.

El velocista Asafa Powell corría con una cadencia de 4,4 zancadas por minuto cuando consiguió su marca de 9,74 en los cien metros lisos; la cadencia de Usain Bolt suele ser de 4,27 zancadas por segundo. Mientras, en el fútbol, uno de los futbolistas que más rápido se mueven en distancias cortas es Leo Messi, que por su pequeño tamaño tiene que dar 4,5 zancadas por segundo para arrancar.

Cada zancada de Iñaki Williams, sin embargo, es de 1,82 metros, mucha mayor distancia de la que recorre Messi en cada paso que da. Su forma de correr es muy diferente. También, aunque sean dos jugadores muy veloces, se aleja de la de Cristiano Ronaldo, que como Messi, utiliza pasos mucho más cortos que los de Williams, parecidos a los de los velocistas.

En la carrera que se pegó frente al Celta, nada más comenzar la segunda mitad, y que acabó en un magnífico centro que Aduriz lanzó fuera, extrapolando los tiempos en relación a una prueba de cien metros, hubiera terminado con 13 segundos, lo que no está mal teniendo en cuenta que Iñaki tuvo que girarse, echar a correr y tratar de controlar el balón.

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