Vendiendo lo invendible

Este invierno, cuando ya en el Este había caído el muro de Berlín, ese seis-doble del gran dominó de la libertad porcontagio, el embajador Guido Brunner, muy alborozado, me contó «tengo una sorpresa para los amigos de mi tertulia de siempre: voy a subastar un trozo del muro... lo he pedido y ya está en camino». Me pareció una bella ocurrencia, cargada de simbolismo. Después fui sabiendo que los berlineses de allá y de acá andaban montando sus quioscos para sacar unos marcos a los turistas, vendiéndoles el muro a pedazos. La otra tarde me llegó un paquetito, de parte de Abel Cádiz, diputado- de la Asamblea de Madrid. Este Abel Cádiz es, con Fernando Castedo, uno de los pioneros de la «espantá» y profeta del final del CDS de Suárez. (Obsérvese que digo «final del CDS...», y no «final de Suárez»: un día de estos recalaré en el matiz). Y bien, el paquetito era un obsequio gentil: un trocito de muro, pongamos que 50 gramos, incrustado, envuelto, encapsulado en un paralelepípedo de metacrilato.



Traía su «zertiñkat»: «Original Berliner Mauer. Bruchstücke nach dem 9. Nov.89.» (Muro de Berlín, original. Pieza de después del 9 de noviembre del 89). Se me ocurrieron enseguida varias reflexiones. Quizás la más demagógica fué la de «la libertad, aprisionada en un taquito de plexiglás...». Al día siguiente estuve con Francisco Umbral y se lo comenté: «¿Sabes que el muro de Berlín lo venden a cachos, como «sou venir»...?». Umbral ni se sorprendió ni se sobresaltó. Eso sí, se irguió de su indolente tumbadura en el sofá blanco, y me lanzó un discurso, gallardo y militante, contra «el capitalismo que todo lo reduce a precio» (...) «que disuelve en un precio el valor de las termas de Caracalla, o de las ruinas de Pompeya, o de un Van Gogh, o de un Renoir... ila historia y el arte, convertidos en mercadería, en pieza de subastal... la belleza de un cuadro de lirios, sometida al vaivén del dinero especulativo... iya lo decía Marx!». Sobre esto del valor y el precio leí una vez algo muy bueno de don Antonio Machado (tengo que preguntarle a su «mánager», Alfonso Guerra, dónde puedo encontrarlo, a tiro hecho). El caso es que, enzarzada en la fronda de estos pensamientos, llegué a lo del voto electoral, derecho («valor»), que los trabajadores quieren convertir en mercadería, poniéndole «precio»... Exactamente, quieren que el empresario (para entendernos: el capital) les subvencione el tiempoesfuerzo de ir a votar. Y: si no, la teta-madre del Estado. ¿Desde cuándo los derechos se pagan?.

A Felipe González le ha salido el Omar Torrijos que lleva dentro y se ha puesto electoraloportunistaydemagógicamente de parte de los trabajadores y en contra de los empresarios. O, mejor dicho, de parte de Hacienda y en contra del Supremo que acaba de fallar, por golpe de mazo: «señores del Gobierno: lo del Referéndum OTAN, ustedes lo convocaron y ustedes, y no los empresarios, han de pagar la fiesta: por horas laborales perdidas, son 50.000 millones de pesetas». Con un ojo en Chaves y las elecciones andaluzas, y otro ojo en Nicolás Redondo y la concertación social, Felipe ha «faroleado» amenazando con «reformar la Constitución, para defender el derecho al voto de los trabajadores». Digo que FG «farolea» porque, para esa reforma, necesitaría tener las mayorías de tres quintos y/o dos tercios en ambas Cámaras. Y... no las tiene. Además, por afectar al Título 1, no se satisface vía referéndum, sino que obliga a disolver las Cortes. ¿Aguantaría este Gobierno otras elecciones...? Pero todo eso es hablar por hablar, retórica vacua, y Felipe lo sabe. El ejercicio del sufragio es un derecho (no un deber) y, por tanto, voluntario, libre, no exigible: vota quien quiere, sin que le «premien» por el esfuerzo de hacerlo y sin que le «castiguen» por la apatía de no hacerlo. Toda Europa votó en días festivos. ¿Por qué aquí no? ¿Por qué aquí la factura del «tiempo de votar» se ha de endosar a los empresarios, o a las arcas públicas... que costeamos todos? Cualquier subvención o estipendio, tratándose del voto, puede ser muy peligrosa.

Comentarios

Entradas populares