Adiós al último faraón
«No temo a mi pueblo. Sólo tengo miedo de Dios», gritó ayer el nuevo presidente egipcio desde el púlpito de Tahrir. Micrófono en mano, Mursi se abrió la chaqueta para demostrar antes decenas de miles de almas que efectivamente no había rastro de chaleco antibalas. «He llegado aquí porque sois la fuente del poder y la legitimidad, porque nadie está por encima de vosotros», afirmó ante el júbilo de la multitud.
A unos kilómetros del epicentro del levantamiento popular, el anciano Hosni Mubarak pasó su décima jornada lejos de la cárcel de Tora. Desde que el pasado 19 de junio fuera trasladado al hospital militar de Maadi, el silencio rodea al caudillo. Las fuentes del centro médico aseguran que la salud de Mubarak se agravó tras conocer el domingo la victoria del dirigente de los Hermanos Musulmanes. El dictador de 84 años estaría profundamente deprimido por el curso de unos meses que han arruinado su legado. Su heredero y ex primer ministro Ahmed Shafik fue derrotado en las urnas y abandonó el país esta semana después de que la Fiscalía General comenzara a investigar numerosas acusaciones de corrupción. Y su sucesor, uno de los islamistas a los que persiguió durante sus tres décadas en el poder, ocupa ahora su antigua oficina, disfruta de sus palacios, se dirige a la nación desde su televisión y trata de evitar cualquiera de sus excesos.
Hace unos días, uno de los portavoces de Mursi, Yaser Ali, reveló que el nuevo presidente ha dado órdenes para que no se cuelguen sus retratos en las sedes estatales a imagen de los que durante años reafirmaron el culto a Mubarak. «Prefiere que Egipto sea el símbolo y no su presidente. Todos somos mortales y Egipto es lo único que permanecerá», señaló Ali. En otra vuelta de tuerca, Mursi prometió ayer trabajar para liberar al jeque egipcio Omar Abdelrramán. El líder espiritual de la organización Al Gama al Islamiya cumple cadena perpetua en Estados Unidos por su participación en el atentado a las torres generales de 1993. En cierta ocasión Abdelrramán también urdió el asesinato de Mubarak.
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